mercoledì 18 luglio 2007

Fechado el día que no supe responderme a mí misma porqué me palpitaba la mirada si la dirigía más allá de mis pensamientos

No guío ni dirijo, me acerco a mi futuro vagando a la deriva. Y el rumbo varía a cada compás. Son tantas sensaciones que no tienen descripición si no se han vivido antes. Son tantos los sentimientos que subyacen en un compás de 2/4 que entona tu nombre que me quedo en blanco sin saber qué teclas para acabar el texto.

Probablemente ni a mi me importe, sólo me gusta abusar de las cargas connotativas de cada mirada.

Parece que he aprendido a escribir por párraofos, que la piedra del suelo quema aún en estas tarde de decadencia. Me he quedado sorda y ya no oigo voces, ni "a veces", porque la pista terminó, cierran el ciber y yo me tendré que ir a casa con las ganas de contarle a alguien lo que ya sabemos: que a veces el mundo me supera, que la felicidad y la nostalgia se combinan día y noche en mi cuerpo para vestirme de princesa. Y echo de menos tantas cosas... y quiero que lleguen momentos que no permito cuajar.

Algo pasa, que mi discurso se ha nublado y no hablo sino escupo lo que por la mente me pulula. Y así doy buena cuenta de que soy tan YO como mis propias palabras.

Y, (otro y, y muchos más), la voz atronadora que siento dentro no me ayuda a concluír sino a no cesar y confiar en que quizá hoy, quizás cuando el mundo se sienta preparado para mí, el suelo dejará de modular temores para volverse firme y seguro.
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